miércoles, julio 15, 2009

El Gran Blanc me espera...

Tan sólo unos días, 20 más o menos, me separan de uno de los hitos más deseados en el currículum de todo alpinista, la montaña más alta de la Europa occidental: el magnífico Mont Blanc (4.810 m). Sólo tengo 6 días para conquistarla, así que no voy a arriesgar: la escalaré por su ruta normal más asequible, por la ruta de Gouter, lo cual no me enorgullece. Pero aun a pesar de su masificación, no se puede decir que carezca de belleza o dificultad. La hermosa arista de Les Bosses da acceso a la cima, por una serpenteante línea que recorre el cielo sobre el vacío, mientras que el mal de altura y las terribles tormentas que se forman sobre esta mole de roca y hielo, acechan sobre la cabeza de cualquiera que intente ascender.

Pero estoy tranquilo. Tengo la experiencia, la preparación y el respeto necesarios para navegar por encima de estos monumentos naturales, que son las catedrales donde practicamos nuestra religión los montañeros. Sólo hace falta que la meteo nos de una oportunidad de 2 días de buen tiempo, y el resto será lo de siempre: una mezcla de sufrimiento y disfrute, regado con sudor, esfuerzo, momentos inolvidables, intensos como puñales clavándose en la carne. Y al final el premio, el ansiado premio: ver el mundo desde una perspectiva distinta. Un punto de vista que hay que trabajarse para conseguir. Tesón, esfuerzo, coraje, inteligencia, preparación, templanza, determinación... una analogía de la vida resumida en un puñado de días, en los que no hay lugar para la superficialidad y el egoísmo que hoy día lo corrompe todo...

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